Río de Janeiro en 1892 Buenos Aires en 1896 San José y Kingston en 1899 Sao Paulo, Santiago y Ciudad de México en 1900 La Habana en 1901 Valparaíso en 1904
Lima y Montevideo en 1906 Caracas y Guadalajara en 1907 Veracruz en 1908 Guayaquil en 1910 quito en 1914
Aunque inicialmente fue elogiado como un marcador de modernidad por varios gobiernos, el sistema de transporte no pudo seguir el ritmo del crecimiento de las ciudades latinoamericanas. Algunos problemas comunes Había hacinamiento, falta de puntualidad, falta de mantenimiento de los tranvías y precios elevados de las tarifas.
Al igual que en Estados Unidos, a finales de la década de 1920 los tranvías en América Latina comenzaron a enfrentar la competencia de los autobuses públicos y los automóviles privados, que eran más flexibles y no requerían vías férreas.
A mediados de la década de 1930, los tranvías perdieron número de pasajeros frente a los autobuses. Las empresas privadas empezaron a venderlos a los municipios.
Segunda mitad del siglo XX
Si bien las empresas de tranvías necesitaban un capital considerable para mantener las vías y otras infraestructuras, cualquier persona con mentalidad empresarial podía iniciar una empresa de autobuses con una pequeña inversión. A finales de la década de 1940 y principios de la de 1950, la responsabilidad del transporte público pasó a manos de operadores privados de minibuses sin regulaciones estrictas.
Estos operadores privados se autoorganizaron como empresas o asociaciones y compitieron por los negocios.
Condiciones actuales
En muchas ciudades latinoamericanas, el servicio de autobús es proporcionado por operadores privados bajo contrato con la ciudad (a menudo con requisitos vagos de calidad del servicio) que funcionan en paralelo con el transporte público.
En las ciudades brasileñas, el sistema de transporte público está más establecido y las ciudades tienen relaciones contractuales más sólidas con los operadores.